2 de agosto de 1783

Me siguen cebando. Entre la comida hay ingentes cantidades de miel y canela. Que alguien me traiga un vaso de agua, por el amor de dios…

1 de agosto de 1783

En estos dos últimos días me han dado más de comer que mi abuela en 20 años.

31 de julio de 1783

Los indígenas que me traían me han metido en una olla gigante, pero ha llegado uno con muchos collares, me ha pinchado con un palo, les ha echado una bronca terrible a los demás y me han sacado de la olla.

30 de julio de 1783

Esta mañana el ruido ya era ensordecedor. Convencido de que era el palpitar de mi corazón oído desde dentro, me tumbé a echar la siesta. Acto seguido aparecieron 30 negrazos en taparrabos y me llevan atado en un palo como los cerdos. Estoy escribiendo esto con la boca.

29 de julio de 1783

Se siguen oyendo tambores, cada vez más fuerte, pero ni rastro de su origen. Empiezo a pensar que son imaginaciones mías.

28 de julio de 1783

Ayer no encontré los tambores y esta mañana tampoco. Parecen venir de todos lados, retumbar en cada roca, pero no doy con ellos.

27 de julio de 1783

Esta mañana he seguido el ruido de los tambores hasta dar con ello. Y no me gustó absolutamente nada lo que ví.

26 de julio de 1783

Hoy vuelven a sonar los tambores. Definitivamente, esto tengo que investigarlo. Cojo una liana y un martillo y me meto en la selva. Seguiré informando.

25 de julio de 1783

No hay nada mejor en este mundo que dormir 10 horas seguidas. Y nada peor que despertarse y darse cuenta de que se estaba mejor durmiendo...

24 de julio de 1783

Vaya por dios, hoy que es viernes y los tambores no suenan. Espero que al menos no les dé por hacer matinée el sábado.

23 de julio de 1783

Hoy me ha dado la sensación de volver a oir tambores. Desde luego, los loros quedan descartados, no les veo con capacidad para desollar una cabra, secar su piel y tensarla alrededor de un tronco hueco.

22 de Julio de 1783

Esta mañana me ha parceido oír tambores en el interior de la isla. Probablemente hayan sido imaginaciones mías, debidas al calor y el agua destilada de coco.

21 de julio de 1783

Algunos días tengo una sensación extraña: la de que lejos de aquí la vida sigue, que nada se ha detenido. Gente que muere, gente que nace. Y yo al margen de todo ello.

20 de julio de 1783

Esta es mi primera anotación en dos semanas. Básicamente porque había perdido el diario y no era capaz de encontrarlo. Manda huevos, con la pedazo mansión que tengo...

4 de julio de 1783

Hoy es mi cumpleaños y voy a montar una fiesta playera. Me he hecho un gorro con hoja de palma y pondré una barbacoa. Tengo 4 horas para cazar algo que echarle encima. Loro dice que él trae los mangos.

3 de julio de 1783

Me acabo de echar una siesta de esas que al despertar uno no sabe si es por la mañana, por la tarde... ni siquiera qué día. Creo llevar bien la cuenta si aún es 3 de julio.

2 de julio de 1783

Ah, aquellas noches en el pub... los amigotes, la cerveza, el frío, la lluvia, las peleas, la resaca de la mañana siguiente... Es posible que tampoco esté tan mal aquí.

1 de julio de 1783

Por si acaso me quedaba sin tinta, hoy he vuelto a intentar pescar unos pulpos. Tras horas de enconada lucha, he salido con dos mejillones, una lapa, tres cardenales y dos dientes menos. Como cuando iba a pescar al pub de mi pueblo los sábados por la noche.