26 de noviembre de 1783

Ante la falta de una oveja y miel, Miércoles, con toda su buena fe, ha hecho ademán de mearme en la cara. Le he entendido algo así como que su madre se lo hacía de pequeño para curar la conjuntivitis. Yo le he explicado, y me da igual que no lo haya entendido, que ordeñaré al loro si hace falta.

25 de noviembre de 1783

De pequeño mi madre siempre me ponía en el ojo un emplaste de leche caliente de oveja con miel para curar la conjuntivitis, pero aquí no veo de qué forma podré procurarme algo parecido. Tengo el ojo como si hubiera puesto en duda la moralidad de las madres de los presentes en el pub de mi pueblo un sábado por la noche.

24 de noviembre de 1783

El bicho en cuestión debía estar relleno de pimienta molida y vinagre. Con lo que me supura el ojo podría encolar la barandilla del porche.

23 de noviembre de 1783

Hoy me he levantado de mejor humor. La brisa traía aroma a jazmín y a mar, los pájaros píaban al sol y había desayunado un mango glorioso justo antes de que un mosquito se me metiese en el ojo derecho. El escozor también es glorioso.

22 de noviembre de 1783

Debe ser el francés el que se ríe de mí. Él al menos está solo y no con este lumbreras nativo.

21 de noviembre de 1783

Miércoles ha traído hoy una de las botellas de licor de coco que teníamos guardadas. Llena. He tenido que abalanzarme sobre él para que no la tirara al mar. Decía que era un regalo para el francés.

20 de noviembre de 1783

Mierda de destino, ni siquiera puedo reirme de los que están peor que yo.

19 de noviembre de 1783

Definitivamente, yo tengo peor suerte. Esta mañana, tras 16 horas de deambular por la bahía, una ola ha destrozado la botella contra el arrecife.

18 de noviembre de 1783

Voy a hacer la prueba. Esta tarde, con la marea alta, tiraré la botella de nuevo al mar. He metido una segunda nota con el texto: “Estimado gabacho, estamos jodidos”.

17 de noviembre de 1783

No sé quién tiene peor suerte, si el francés o yo. Probablemente yo, si tiro otra vez la botella al mar estoy seguro de que le volvería de vuelta a él.

16 de noviembre de 1783

Le he explicado a Miércoles el contenido de la nota. Él me ha preguntado por qué no vamos a buscarle.

15 de noviembre de 1783

Si Francia está llena de tipos como el que escribió esta nota, no me extraña que la guillotina no pare de trabajar.

14 de noviembre de 1783

Esta mañana la botella misteriosa ha llegado por fin a la playa. En su interior había un papel que reza: “Pog favog, ayúdenme, estoy solo y atgapado en una isla desiegta en medió del oceanó”.

13 de noviembre de 1783

Hoy he visto entre las olas una botella que no reconozco como mía. La resaca la mantiene alejada de la playa, pero estoy sumamente intrigado por su procedencia.

12 de noviembre de 1783

Al día siguiente del infierno, hayas decidido recurrir a las ortigas o no, la sensación se asemejaría a como yo me imagino el purgatorio

11 de noviembre de 1783

El infierno es cuando, una vez finalizado el acuclillamiento del paraíso, te das cuenta de que a mano sólo tienes ortigas.

10 de noviembre de 1783

El paraíso es una cálida playa de blanca arena y aguas cristalinas donde sueñas, acuclillado entre la maleza, lo maravilloso que sería todo si no te estuvieras yendo por la pata abajo.

9 de noviembre de 1783

Se ve que la langosta no me quedó a mí mucho mejor. Cagalera en ciernes...