30 de marzo de 1784

He adquirido dos conocimientos:
  1. No hacer más tonterías. Si quiero comida, me la buscaré yo. Si quiero un harem, me lo imaginaré yo
  2. En mi vocabulario hay nuevas palabras cuyo significado desconozco. Resolución, polígonos, píxeles por pulgada, renderizado, alta definición, 3D...

29 de marzo de 1784

Ayer sucedió algo rarísimo.
Todo se puso negro. Luego todo se rodeó de rayas horizontales y verticales. Después fueron apareciendo las siluetas de la isla. Luego las del mar. Luego las de las palmeras. El cielo. Y cada vez, cosas más pequeñas y aparecía el color. Aparecí de nuevo en la cabaña. 
Ahora parece que todo tiene más detalle y los movimientos son más fluidos.

XX-XX-XXXX

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27 de marzo de 1784

Llevo dos días aquí y el sonido y la situación me están volviendo loco.
No aguanto más.

26 de marzo de 1784

Ayer, aún en G-O-D-M-O-D-E, al cruzar entre una piedra y una hondonada en el límite de la isla, me he quedado atrapado. No puedo salir. He probado a saltar a dar patada, agacharme, echarme a tierra, pero todo es inútil.
Además hay un sonido ensordecedor. Como de golpes muy seguidos y muy agudos.

25 de marzo de 1784

He ido a la cabaña de una preciosa salvaje.
Me he dado cuenta que si atravieso palmeras, rocas y cabañas, también paso a través de las personas.

Mi proyecto de harem se va al mismo sitio al que se han ido todos los proyectos que he hecho en mi vida.

24 de marzo de 1784

He puesto G-O-D-M-O-D-E. Ahora puedo hacer de todo. Nunca tengo hambre ni me hago daño. Incluso puedo quedarme debajo del agua media hora como si nada.
Tengo una forma rara de andar. No muevo las piernas y lo atravieso todo.
Mañana, después de matar a todos los hombres de la tribu caníbal, me quedaré con las mujeres y montaré un harem. 

23 de marzo de 1784

Sigo descubriendo cosas.
Si escribo un pergamino con todas las letras y a continuación pulso O-B-E-L-I-X, aparece un jabalí guisado en la cabaña. Si aprieto B-I-G-C-A-S-T-A-W-A-Y. Me hago grande. Más aún que Miércoles. Si escribo A-Z-T-E-C-A, de repente llevo una camiseta que pone Mexico-86. Si pongo F-R-O-N-T-A-L-N-U-D-I-T-Y, todos en la isla vamos desnudos. Hasta el loro. 
Por cierto, si pongo M-O-N-T-Y-P-A-R-R-O-T, el loro se queda rígido y se cae a peso.

22 de marzo de 1784

Ayer, nadando cerca del islote, me di cuenta de que si lo rodeaba, me subía sobre él, saltaba dos veces y giraba sobre mí, sonaba el carillón. Pero no vi que pasase nada, así que lo repetí varias veces.
Cuando llegué a la cabaña estaba llena de comida. 

21 de marzo de 1784

Si voy hasta la tercera palmera, le doy 5 patadas y salto dos veces encima de un coco, del cielo cae una bolsa que tiene dibujada una ese mayúscula cruzada por dos líneas verticales. Al caer hace un ruido como de carillón.
Cosa más rara...

20 de marzo de 1784

Yo pensaba que el loro, al que había matado de un susto, estaba muerto, fallecido, tieso, panza arriba, difunto, expirado, fiambre, privado de vida, descansando en paz, criando malvas, fenecido, ya no existía, había palmado, había ido a encontrarse con su creador, la había espichado, se había producido su óbito, estaba con el telón bajado y en el coro invisible, era un ex-loro.
Pero al parecer estaba descansando o aturdido o cansado o hecho polvo o añorando los fiordos o durmiendo boca arriba o tenía morriña. 

19 de marzo de 1784

Me disponía a dar un golpe en la nuca con un palo a Miércoles, cuando el loro se ha levantado súbitamente.
Por fin sentí algo.
Un susto de muerte.

18 de marzo de 1784

Ayer maté al loro.
No sentí nada.
Voy a probar a matar a Miércoles.

17 de marzo de 1784

Voy a matar al loro.
Por diversión.

16 de marzo de 1784

Si todo es indiferente. Si Dios no existe o, al menos, no en esta isla.
¿Por qué no hacer el mal en vez del bien?

15 de marzo de 1784

Aunque me quejo mucho, a veces pienso que mi vida no es más inútil e innecesaria que la de cualquier otro.
Nacer o morir es indiferente.

14 de marzo de 1784

Ayer nos tocó enterrarla.
Como estaba en una posición tan retorcida nos costó cavar una fosa a la medida.

13 de marzo de 1784

Hoy, extrañamente, Miércoles estaba triste.
Me ha dicho que la salvaje se murió de risa ayer por la noche.
Encima me siento culpable.

12 de marzo de 1784

Ayer me acerqué hasta el otro lado de la playa.
No era mi imaginación. Allí estaba. Tirada en el suelo llorando de risa.
Hija de p

11 de marzo de 1784

Hace ya dos días y la sigo oyendo reír.
Supongo que será mi imaginación.

10 de marzo de 1784

La historia relatada es breve.
Miércoles me lleva ante la salvaje. (Impresionante mujer en mi opinión). Yo, para causar una buena impresión, inmediatamente me desprendí del taparrabos, emulando a Miércoles.
La Impresionante comenzó a reír como si acabase de inventar la carcajada. Salí corriendo y aún al otro lado de la playa, oía sus risotadas.

9 de marzo de 1784

Ayer he sentido la vergüenza más grande de mi vida.
Más aún que aquella vez en la que un salvaje de una isla perdida en medio del océano me pilló practicando el vicio solitario mientras él mantenía relaciones con una salvaje.

8 de marzo de 1784

Al parecer, los salvajes tienen una visión de la sexualidad muy diferente a la nuestra.
Según he creído entender, a Miércoles le parecen muy normales mis apetitos. Así que parece que hoy se ha citado con dos chicas y una va a ser mi -como decía el suboficial Bouvier- "partenaire".
Estoy exaltado. Creo que puedo ser feliz en esta isla. Voy a darme un baño.

7 de marzo de 1784

Después de diez días evitando a Miércoles, ayer cuando salí de la choza y me dirigía al baño, llegó de pronto, me tocó el hombro y cuando le miré, en su cara seguía dibujada su enorme sonrisa.
Yo esperaba que me partiese las piernas o arrancase dos partes de mí.

6 de marzo de 1784

Efectivamente. Nueve más uno son diez.
He perdido parte de la memoria pero el sentido matemático y el de la vergüenza conmigo siguen.
Intactos.

5 de marzo de 1784

Hoy hace nueve días que no salgo de la choza.

Mañana serán diez.

4 de marzo de 1784

Ni que decir tiene que ver a Miércoles en semejante estado hizo que mi bochorno y mi complejo se hiciesen aún mayores.
La solución tomada fue la misma por la que mi estirpe ha sido recordada durante siglos y siglos.
Salí corriendo.

3 de marzo de 1784

Cuando ya me encontraba fuera de mí y dentro de la casa de M. McDust, llegó mi humillación.
Las ramas súbitamente fueron apartadas ante mí. Y yo, en tan singular postura, me vi escrutado por los amenazantes ojos de Miércoles.

2 de marzo de 1784

Ni que decir tiene que la salvaje con la que se había dado cita mi compañero era otra y superaba en belleza a las dos anteriores.
El estado de mi ánimo era exaltado.
Y lo fue mucho más cuando comenzaron sus escarceos de salvajes.

1 de marzo de 1784

Paso a relatar el motivo de mi embarazo.
Buscando una vía de motivación a mi enjaulado deseo, decidí seguir a Miércoles.
Cuando hubimos llegado, me quedé a una distancia prudencial. En un lugar escondido.

Y con buena visión.

29 de febrero de 1784

Para colmo de mis males este año es bisiesto.
Por lo que mi vergüenza se extenderá veinticuatro horas más.

Padre, ¿por qué no me atizaste hasta matarme cuando les robé el cerdo a los McChopped?

28 de febrero de 1784

Asimismo, el alivio solitario, sin ningún tipo de ayuda visual es lento.
Hasta ahora, como herramienta, usaba mi memoria. Felices momentos pretéritos en la oscura casa de Madam McDust con sus joviales chicas.
Pero esos recuerdos son lejanos y mi memoria flaca.

27 de febrero de 1784

Lo primero que tengo que recordar es que soy un hombre joven. A ratos sano. Y tengo un tipo de necesidades que nadie en esta isla puede aliviar.
Excepto uno mismo.

26 de febrero de 1784

Ayer se produjo el momento más vergonzoso de mi vida.
Superando con mucho al día en que me defequé en la taberna presumiendo de hacer sentadillas delante de la linda hija de los McEllroy.

25 de febrero de 1784

Empiezo a pensar en la superioridad de unas etnias sobre otras.

La mía no sale bien parada.

24 de febrero de 1784

Es un poco vergonzoso de contar pero... ayer volví a seguir a Miércoles.
Descubrí que la salvaje con la que estaba esta vez era otra.
¡Y aún más guapa que la anterior!

23 de febrero de 1784

Si el otro día estaba sin palabras hoy no tengo ni respiración.

22 de febrero de 1784

Juntando las imágenes de un mascarón de proa y el color de la novia de Miércoles he encontrado una definición perfecta.
Diosa de ébano.
Lástima que esa expresión morirá conmigo en esta isla y nunca más será usada. 

21 de febrero de 1784

He visto mascarones de proa menos prietos que la salvaje de Miércoles.

20 de febrero de 1784

Sigo sin dar crédito.
Además, la salvaje no era lo que yo llamaría fea precisamente.

19 de febrero de 1784

Ayer le seguí en silencio. Se metió en la selva en una zona apartada. Supuse que iba a hacer sus necesidades.
Sí. Sus necesidades...
Cuando me acerqué a mirar estaba revolcándose en el suelo con una salvaje.

18 de febrero de 1784

Lo que he visto hoy me ha dejado de piedra.
No me llega la tinta al papel.

17 de febrero de 1784

Como yo solía dormir, nunca me había fijado. Pero se va todos los días.
Mañana le seguiré.

16 de febrero de 1784

No hago más que observarlo.
A la hora en la que yo echo la siesta él se va silbando y luego vuelve con una sonrisa y se pone a dormir durante dos horas.

15 de febrero de 1784

Definitivamente la envidia ha vencido

14 de febrero de 1784

Creo que la parte de envidia está venciendo

13 de febrero 1784

Vivo entre la admiración más exaltada y la envidia más profunda.
Y no sé cómo gestionarlo.

12 de febrero de 1784

No sé por qué extraña razón hoy me ha apetecido regalarle un flor y un manuscrito a Miércoles

11 de febrero de 1784

Ha crecido en mí un terrible complejo.
Como de ser humano inferior o algo así.
Ni lo de mi paisano John Long es comparable.

10 de febrero de 1784

Hoy, aprovechando que Miércoles estaba orinando, me puse junto a él y miré de soslayo.
¡Dios!

9 de febrero de 1784

Lo tercero que percibí es que cuando Miércoles se quitó el taparrabos y resbalaba sobre sus rodillas con los brazos en cruz, dejó marcado un tercer surco entre sus piernas.
Es algo que tengo que estudiar.

8 de febrero de 1784

El segundo curioso efecto que noté. Es que nada más ponernos a jugar, a los bordes del campo, comenzaron a congregarse todo tipo de animales. Conejos, loros, aves exóticas, roedores, serpientes...
En un momento dado, la mitad de estos parecían apoyar a Miércoles y la otra mitad a mí. Ya que unos se ponían a dar saltos si Miércoles conseguía un tanto y los otros parecían llamarme inútil.
Al final se acabaron peleando unos con otros. Creo que incluso hubo muertos.

7 de febrero de 1784

En otra ocasión se puso de espaldas antes mí y, cambiando la dirección de la bola con el tacón, metió la bola entre las palmeras. Gritó "didí". (Engaño, en su idioma).
La última -tras la que me negué a seguir jugando- fue bochornosa para mí. Sin que la bola se separase de su pie más de un palmo, a una velocidad endiablada me regateó ocho veces. Ni siquiera sé lo que hizo.
Cuando la metió entre las palmeras, se subió el taparrabos a la cara, se lanzó de rodillas al suelo, abrió los brazos en cruz y gritó "mesi". (Que en su idioma es "madre mía lo que acabo de hacer").

6 de febrero de 1784

Otra vez, para evitarme, pisó la bola con el pie derecho dándome la espalda. Inmediatamente la pisó con el izquierdo desplazándola hacía mi izquierda y girando sobre sí mismo, dejándome con un palmo de narices. Gritó "sidán". Que es como llaman aquí a los ciclones.

5 de febrero de 1784

Cuando me acercaba a él para llevarme la bola, a veces se quedaba completamente parado para luego esquivarme a gran velocidad llevándosela. Cada vez que hacía esto decía "kruif" (que me voy, en salvaje).
Otra vez, amagándome por la izquierda, dejó pasar la bola por mi derecha. A continuación corrió hacía la bola cuando ambos me había superado y disparó desde allí. Esa fue la única vez que falló. Gritó "pelé" (fallé, en su idioma).

4 de febrero de 1784

Miércoles se ha acercado hoy con su sonrisa estúpida y con la bola en la mano.
Le he dicho que hoy no habrá "futegol", como él lo llama. (Fute de hojas de palmera y gol por la zona de la selva).
He notado, sin embargo, que durante nuestros encuentros se han producido interesantes acontecimientos que relataré cuando se me pase el cabreo.

3 de febrero de 1784

Lo que sucedió ayer ha sido vergonzoso para la historia de Escocia.
Ese salvaje, en poco más de media hora, ha introducido la bola 36 veces entre mis palmeras.
Yo no he sido capaz ni de acercarme a las suyas.

2 de febrero de 1784

Harto de ver cómo me gana irremediablemente. He decidido que hoy jugaremos uno contra otro.
El tendrá sus propias palmeras y yo las mías.
Sin tocar la bola con las manos, ganará el que consiga meterla más veces entre las palmeras del otro.

1 de febrero de 1784

Ayer pensé que era la suerte del principiante.
Hoy ha lanzado la bola dándole un sorprendente efecto. Al principio va hacia un lado y, rotando sobre sí misma, cambia progresivamente de dirección.
Cada vez que pasa entre las dos palmeras, la bola cae sobre una zona de hierbas a la que los salvajes llaman algo así como "gol". Y eso es lo que grita con sonriente cada vez que lo consigue.

31 de enero de 1784

Estoy muy enfadado.
Cuando Miércoles ha entendido lo que tenía que hacer, lo ha ejecutado perfectamente.
Al final lo hacía con el tacón, apoyando el pie con el que debía disparar y disparando con el otro o incluso mirando de costado.
También ha inventado una especie de parada antes de lanzar la bola. No ha fallado ni una sola.

30 de enero de 1784

Creo que hoy, para que el juego resulte menos monótono, voy a enseñar a Miércoles a disparar.
Organizaremos una competición.
El que más veces la meta entre las palmeras, gana.

29 de enero de 1784

He estado practicando con el pie izquierdo.
Al principio, como Miércoles me devolvía la bola ha sido divertido.
Luego me he cansado de tanta patada.

28 de enero de 1784

Creo que volveré a dar patadas a las hojas atadas en forma de coco.
Me llevaré a Miércoles para no tener que ir a por la bola cada vez que la mando entre las dos palmeras.

27 de enero de 1784

He vuelto a andar.
Cuando le he preguntado por señas a Miércoles de dónde ha sacado el componente secreto de los parches que me ha venido aplicando me ha señalado el culo del loro.
Me quiero morir.

26 de enero de 1784

Mañana creo que podré andar de nuevo.
Le he preguntado a Miércoles los ingredientes del emplasto.
Ha sonreído. Mañana me lo enseñará. Creo que se tratará de alguna hierba o seta extraña.

25 de enero de 1784

Sigo mejorando.
Ahora que estoy francamente bien, no hago más que intentar averiguar los componentes de los emplastos.
Está claro que la primera capa es de hojas de palmera secas. La segunda son pieles de plátano en cachitos.
Pero, ¿la pasta verde y blanca del fondo? Está como calentita...

24 de enero de 1784

Pues esto parece que está mejorando mucho.
Ya puedo mover el tobillo.
Los emplastos que pone Miércoles son una maravilla. ¿Con qué los hará?

23 de enero de 1784

He vuelto en mí.
Maldita sea. ¿No podría haber vuelto en otro que viviese en Edimburgo?

22 de enero de 1784

Otras 24 horas más de desmayo.
Dios y mi madre han discutido.
Dios se ha ido pero ha puesto un demanda por la custodia del loro.

21 de enero de 1784

Llevo desmayado las 24 últimas horas. Escribo esto desde una nube.
Están Dios y mi madre.
El loro ha ido a por tabaco.

20 de enero de 1784

Llevaba los últimos 3 días en un estado de desmayo-despertar continuo.
Hasta que hace un rato, Miércoles, aguantando mi tibia con una mano y tirando de mi tobillo con la otra, me lo ha enderezado.
He visto a mi madre. Al loro. A Dios. A mi madre vestida de loro con Dios posado en su hombro. A Dios con mi madre en la posada El Loro. Y al loro posando para mi madre con Dios de fondo.

19 de enero de 1784

Entre la fiebre no deja de aparecer en mi mente una palabra. GANGRENA
Pero no recuerdo su significado.
¿Dónde la habré oído antes?

18 de enero de 1784

Me duele tanto que me aprieto los testículos con todas mis fuerzas para aderezar el sufrimiento.
Ni se percibe el aliño.

17 de enero de 1784

Hay cocos maduros en esta isla más pequeños que el tamaño que tiene mi tobillo ahora mismo.
Probando mi idea, en el primer salto, noté que algo se doblaba. Luego algo que crujía. Luego algo que seguía doblándose y crujiendo. Al mirar abajo vi la planta de mi pie mirándome a mí.
Miércoles me encontró varias horas después. Inconsciente, con la cara blanca y desde la rodilla hasta hasta el dedo meñique, color morado oscuro.

16 de enero de 1784

En mi opinión mi técnica de talonamiento no es la adecuada. Hoy probaré otro estilo.

15 de enero de 1784

Tras mi primera experiencia con el salto de longitud, cualquiera podría opinar que he nacido para esto.

Mentiría o es tonto directamente.