30 de septiembre de 1783
Hoy hemos descubierto que hay una cosa aún mejor que un día de juego y descanso al sol del atardecer: dos días de juego y descanso al sol del atardecer.
29 de septiembre de 1783
Quizás lo bueno sea ir compaginando ambas cosas. El dolorcillo de fondo de los golpes en las piernas, el zumo de mango que nos hemos preparado en cáscaras vacías de coco, recostarse en una silla al sol del atardecer, meter los pies en agua salada... Tenemos una enorme sonrisa de bienestar.
28 de septiembre de 1783
Casi mejor volvemos a la cocina, me ha dejado las espinillas como una procesión de penitentes.
27 de septiembre de 1783
Ahora que lo pienso, es dificilísimo enseñar a Miércoles a cocinar, pero quizás no se le de tan mal jugar con mi pelota de hojas de palma. Podría ser divertido.
26 de septiembre de 1783
Qué aburridos son algunos días en esta isla. Si algún día salgo de aquí y vuelvo a mi pueblecito natal, he de inventar un deporte llamado football.
25 de septiembre de 1783
Hoy voy a enseñar a Miércoles cómo cocinar un sabroso conejo estofado. Cuando le he señalado nuestra presa en el claro del bosque ha hecho enormes aspavientos de asco. Le he dicho que no se preocupe, que yo sólo pretendo enseñarle a cocinarlo. El hambre le enseñará el resto.
24 de septiembre de 1783
Y hoy, la tercera y última lección sobre gastronomía de supervivencia: Cómo sobrellevar con dignidad una aguda diarrea después de comer salmonete crudo y papaya verde.
23 de septiembre de 1783
Después de una comida de supervivencia, una lección sobre postres de supervivencia. Las papayas verdes no son lo mejor, pero al menos no te las pelean los pájaros.
22 de septiembre de 1783
Hemos conseguido pescar algo parecido a los salmonetes. Momentáneamkente, hemos cambiado las clases de cocina por las de supervivencia. Nos los hemos comido crudos.
21 de Septiembre de 1783
Hoy, día de San mateo, fiesta patronal de mi añorado pueblecito escocés, he visto pasar un enorme mero delante nuestro mientras pescábamos. Me ha mirado, le he mirado... Le odio profundamente.
20 de septiembre de 1783
Miércoles y yo hemos ido hoy a intentar pescar algo como alternativa a la inanición. La inanición y los anzuelos nos han ganado la batalla. A este paso, el poco ron que queda se nos irá en desinfectar heridas punzantes.
19 de septiembre de 1783
Bien, recapacitemos. Si intentar hacer un rosbeef en salsa se me antoja imposible de la mano de Miércoles, probaremos con algo más primitivo y, por lo tanto, natural. La pesca.
18 de septiembre de 1783
Tras las primeras sesiones culinarias, hoy nos lo hemos tomado de descanso. Comeremos coco y santas pascuas.
17 de septiembre de 1783
La lección de cocina de hoy ha consistido en encender y mantener estable un fuego que nos permita cocinar. Miércoles ha mostrado un inusitado interés. 15 minutos más tarde estábamos dando carreras a la playa a llenar cocos de agua para apagar el techo de la cabaña.
16 de septiembre de 1783
Hoy hemos dado las lecciones 2 y 3 de manera consecutiva. Cómo cortar verdura para sopa y cómo curar los cortes sangrantes.
15 de septiembre de 1783
Hoy he comenzado las clases de cocina con Miércoles. Como hasta ahora sólo comía carne humana y además no la cocinaba él, la tarea se presenta ardua. La primera lección (diferenciar carne, pescado y verdura) ha sido un perfecto fracaso.
14 de septiembre de 1783
Anoche, mientras Miércoles roncaba flatulentamente, soñé con Islandia, tierra ésta muy al Norte de mi madre patria escocesa y de la cual desconozco todo. Pero mi sueño estaba poblado de maravillosos músicos y cantantes.
13 de septiembre de 1783
Se me han agudizado los sentidos. Lo huelo todo, oigo el rumor de hasta la última gota del mar, la brisa me susurra historias lejanas... Creo que el licor de coco ha destilado más de la cuenta.
12 de septiembre de 1783
Nunca hubiera llegado a pensarlo, pero cuán diferente es la percepción del tiempo cuando se está solo a cuando se está con más gente.
11 de septiembre de 1783
Hoy ha reaparecido el loro. Ha venido volando como un poseso hasta darse de cabeza con el cocotero más alto de toda la playa. El cocotero sigue en su sitio, pero a él no le envidio el dolor de cabeza.
9 de septiembre de 1783
Lo bueno de que ahora seamos dos es que podemos enfrascarnos en proyectos imposibles para una sola persona. Como charlar.
8 de septiembre de 1783
Puede que Miércoles sea tonto, sucio y desesperante. Pero hoy estábamos sentados en la playa y le miré. Él estaba ahí, sonriendo como siempre, sin razón alguna... y también me hizo sonreir. Hace mucho tiempo que no sonreía.
6 de septiembre de 1783
Que dios nos pille confesados. Este nativo es un perfecto inútil, tiene pocas luces y posée la dudosa cualidad de poner al límite mi paciencia en todo momento. Y todo con una impecable sonrisa.
5 de septiembre de 1783
Los reveses del destino hay que afrontarlos. Si tengo que hacer vida conyugal con este tipo, intentaré aprovechar la mitad que la madre naturaleza nos permite: le enseñaré a cocinar y llevar la casa. Por la noche, camas separadas.
4 de septiembre de 1783
¿Por qué estoy atrapado aquí con este ex-caníbal y no con una buena rubia de hermosas trenzas? ¿Qué pecado cometí, oh Cielos, contra vosotros, naciendo?
3 de septiembre de 1783
Bueno, ya estoy de vuelta en mi cabaña. Sigo estando a miles de millas de ninguna parte, pero ya no en una isla desierta. Ya sé que la comparto con una tribu de salvajes caníbales y con este tonto que no hace más que sonreirme y romper toda la vajilla a su paso.
2 de septiembre de 1783
No hay rastro de los caníbales, por lo que hemos vuelto a la cabaña. Nos hemos encontrado al loro posado en la hamaca del porsche. Juraría que al verme ha dicho "mierda".
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