14 de enero de 1784

Finalmente está tomada la decisión: el noble arte del salto de longitud.

13 de enero de 1784

Bueno, darle la vuelta a nado a la isla sí podría medirse en lunas, pero tiene tres graves inconvenientes: el mareo de girar siempre hacia el mismo lado, los insaciables tiburones y mi total falta de flotabilidad en aguas de más de un palmo de profundidad.

12 de enero de 1784

Asímismo, mi deporte habrá de ser susceptible de medición, para llevar un control sobre mis progresos. Como el tiempo aquí se mide en lunas, quedan descartado todo lo que implique recorrer una cierta distancia en el menor tiempo posible, debido a la imposibilidad de controlar este último.

11 de enero de 1784

Una vez enfocada la búsqueda hacia el deporte individual, quedan descartadas todas las modalidades de lucha. Un rápido estudio acerca de los potenciales sparrings de la isla (Miércoles y otras fieras salvajes) así lo aconsejan.

10 de enero de 1784

Lo primero es buscar un deporte adecuado a la coyuntura actual. Por lo tanto, quedan descartados todos los deportes todavía no inventados y aquellos que, aún existiendo en el siglo XVIII, hayan de ser practicados en equipo.

9 de enero de 1784

La molicie y el deporte no tienen por qué estar reñidos. Mañana mismo me pongo a ejercitarme somáticamente.

8 de enero de 1784

Da igual lo que hagas, en qué te entretengas, tu rica vida interior o la vorágine de vida en la que estés metido. Tarde o temprano llega un día en el que te aburres como las ostras. O más. Así que con más razón si representas el 50% de la población en una isla perdida.

7 de enero de 1784

¡Ah... licor de coco! Igual que vienes, te vas.

6 de enero de 1784

¡Ah, licor de coco...! Ardoroso y fiel amigo. Miércoles, ojalá nunca tenga que echarte de menos.