24 de julio de 1784

Ya le he dicho que en unos días se acabarán los vientos del sur y cambiará la corriente por lo que será difícil abandonar la isla hasta el año que viene.

23 de julio de 1784

Yo estoy loco por irme pero ella quiere conocer toda la isla. Es incansable. Ya la he acompañado a todas partes.
Estoy madrugando más que nunca y cuando llego a casa estoy destrozado.

22 de julio de 1784

Aunque estoy loco por irme, Morag insiste en quedarse en la isla para conocerla.
Dice que en 1784 es muy difícil viajar a una isla paradisíaca y que es posiblemente la única vez que lo hará en su vida.

21 de julio de 1784

Ahora que mi princesa está conmigo soy feliz.

20 de julio de 1784

Al final de mil y un avateres se vio abandonada en un solitario puerto no excesivemente lejos de esta maldita isla.
Se decidió a robar una lancha de pescadores y después de un poco más de tiempo del previsto ha llegado a mis brazos.

19 de julio de 1784

Cuando se enteró de lo que mis difuntos ex-compañeros me había hecho decidió buscarme por todos los mares.

18 de julio de 1784

Mi amada me ha contado toda la historia.
Una vez que la Grimalda llegó al puerto de Edinburgo sin mí, mi adorada decidió salir a buscarme.

17 de julio de 1784

El capitán la barca -y su única tripulación- ¡es Morag!

16 de julio de 1784

¡Por San Andrés!
No puedo creer lo que ven mis ojos.

15 de julio de 1784

Ya me está cansando el tema

14 de julio de 1784

He ido a recibirlo pero veo que se retrasa.
A ver si mañana...

13 de julio de 1784

Estoy pescando en la otra parte de la isla.
Total hasta mañana no llega el pesao ese...

12 de julio de 1784

A este ritmo creo que arrivará en dos días

10 de julio de 1784

El capitán ese no le ganaría en regata a una caracola

9 de julio de 1784

Casi una semana después y todavía no ha llegado

8 de julio de 1784

Carajo la vela que lenta viene

7 de julio de 1784

Diviso perfectamente que se trata de una embarcación pequeña

6 de julio de 1784

Desde luego parece una vela

5 de julio de 1784

Se acerca.
Distingo como un triángulo de color blanca.

4 de julio de 1784

Sigo viendo algo allá a lo lejos

3 de julio de 1784

Mientras contemplaba el mar me ha parecido ver algo en el horizonte.

2 de julio de 1784

Ya he parado de emitir.
Me he quedado esquelético.
No sé por qué, pero me apetece ponerme una sábana blanca y rezarle a una vaca.

1 de julio de 1784

He ocasionado una catástrofe animal y vegetal en la playa.
Todo está muerto.
Por cierto, mi trasero aún no ha parado de emitir. Y eso que no he comido nada desde el día de la fartura a chapa-potes...

30 de junio de 1784

Preguntado Miércoles cómo llama su tribu a esos frutos me ha dicho que lo denominan chapa-pote.
Traducido a nuestro lenguaje vendría a ser cocomierdas... o algo así.

29 de junio de 1784

He soñado que unos hombres cubiertos con un extraño mono blanco y máscaras negras en su cara desembarcaban en la isla y se dedicaban a limpiar todo lo que mi trasero ha manchado.
Se tiraban todo el rato cepillando las rocas con pequeños cepillos y recogían los restos que he dejado en cubos.

28 de junio de 1784

Sigo en el mismo plan pero en diferente sitio.
He llegado a acostumbrarme y ahora hago vida normal pero sin taparrabos.
No aguantaba más de cuclillas.

27 de junio de 1784

Aquí sigo. Esto no ha parado.
He generado un río entre mí y el océano.
Nunca más podré bañarme en esta playa.
¿Cuánto más podré permanecer en cuclillas?

26 de junio de 1784

He pasado una noche rara.
Pero esta mañana cuando me dirigía a mi puesto de pesca he notado como si algo dentro de mi explotase.
Dios mío, menos mal que la isla está casi desierta. Lo que está saliendo de mí es como un río de lava negra.
Ahora viscosa, ahora líquida, ahora densísima. El olor ha fulminado a un cuervo tropical que me sobrevoló a unos diez metros.

25 de junio de 1784

Paseando por la isla he encontrado unos frutos de color verde.
Como no he querido arriesgarme, he comenzado probando un poco de uno. Estaba muy bueno. Luego me lo he comido entero. Después me he comido otro y así hasta 12.
Son cada uno del tamaño de un coco. No sé cómo llamarlos. ¿Cocodulces?

24 de junio de 1784

Estoy tan lejos de todo lo que quiero que siento como si la distancia se amontonase en mi pecho y estuviese a punto de rompérmelo

23 de junio de 1784

Ya sé que parecerá una tontería pero tengo nerviosismo.

22 de junio de 1784

Imaginaos cómo es mi vida.
Imaginaos la vuestra pero sin las tres o cuatro tonterías que os hacen continuar.

21 de junio de 1784

Hay veces que me gustaría estar muerto.
El resto de veces me gustaría no haber nacido.

20 de junio de 1784

Desaparecida la esperanza de un matrimonio ridículo pero real retomo la antigua ilusión:

¡Amada Morag! ¿Qué estarás haciendo ahora mismo?

19 de junio de 1784

Hace unas hora Bambata se levantó con mucho esfuerzo y se adentró en la selva tambaleándose. Creo que el golpe con la tapa del arcón le ha dejado cierta resaca.
Visto el estado en el que ha quedado la choza creo que no tendré mayores disputas en la repartición de los bienes tras nuestro divorcio.

18 de junio de 1784

Viendo desapasionadamente la cara de Bambata semienterrada en la arena, me percato de que es más fea que pegar a un predicador que te trae limosna. Es gorda. Le faltan dientes -y no del remazo-. Es tuerta. Y de cerca huele bastante mal.
Desde mi juventud en Escocia siempre he confundido calentura y amor. Y no digamos cuando al binomio le añadía un par de pintas.

17 de junio de 1784

Para lo bueno nunca acierto. Para lo malo siempre.
Me quedé en la puerta de la choza. Vi caer el rayo, caer al palmera, quebrar la choza y comenzar el diluvio.

Lo primero que salió por la grieta en medio de un manantial fue el arcón. Lo aparté a mi lado y cogí la tapa.
Después salió fluyendo el indígena. Le di con la tapa de canto en sus partes. Aún se debe estar retorciendo.
Después apareció Bambata. Le di en la cabeza. Aquí está, más quieta que la muda de un cangrejo.

16 de junio de 1784

Como ya es tradición en cada temporada de las lluvias inexorablemente cae un rayo.
Inexorablemente en mi parte de la isla. Inexorablemente en la playa donde vivo. Inexorablemente da en una palmera. Inexorablemente sobre la que está encima de mi choza. Inexorablemente el rayo parte la palmera. Inexorablemente la palmera cae y destroza la choza.
Inexorablemente inmediatamente después cae la madre de todos los diluvios. 

15 de junio de 1784

Estoy tranquilo.
Mañana empieza la temporada de las lluvias.

14 de junio de 1784

Consultado Miércoles me dice que en esta asquerosa y salvaje isla las leyes caníbales protegen a la mujer cuando se produce un repudio.
La choza, el arcón y su contenido. Hasta el loro. Todo ahora es de Bambata.

13 de junio de 1784

Vuelvo cabizbajo y hecho polvo a la choza.
Me encuentro a Bambata con un indígena que me cortan el paso.

12 de junio de 1784

Consultado Miércoles me informa que escupir en la cara para la cultura caníbal significa el mayor de los desprecios.

11 de junio de 1784

He intentado volver a rehacer nuestra relación.
Ella me ha escupido en la cara.
¿Qué habrá querido expresar?

10 de junio de 1784

Hoy me he atrevido a entrar en la choza.
Allí sólo quedaba Bambata viva. Junto a ella había tres cadáveres.

El estado de los otros dieciséis indígenas que quedaban en la choza era aún peor.

9 de junio de 1784

De noche cerrada un grupo muy numeroso de salvajes atacaron la choza.
Su acción fue repelida por parte de los cuarenta amigos y familiares de Bambata que ahora la habitan.

Al amanecer la playa estaba sembrada de cadáveres.

8 de junio de 1784

Hoy ha habido un altercado en nuestra choza.
Parece que ha habido una disputa por un cachito de espejo.

Dos indígenas han fallecido.

7 de junio de 1784

Hoy he visto a Bambata por primera vez. 
No me ha hecho ni caso pero estaba bellísima con mis espejitos alrededor del cuello.

6 de junio de 1784

Sigo esperando que Bambata se digne a llamarme.
Por otro lado, estoy asombrado de lo buen arquitecto que soy. Hay más de veinte personas en la choza bailando todo el día y toda la noche y no se han hundido los cimientos.
Noto que una pared empieza a desaparecer. Sin duda para alimentar la hoguera que han hecho en el interior de la choza.

5 de junio de 1784

Esta mañana han llegado otras cuatro personas de edad mayor que Bambata y el tercer indígena. A su vez dos indígenas más que guardan gran parecido con Bambata, ambos acompañados de lo que parecían sus esposas.
Todos ellos portaban numerosos objetos y una gran camada de bebés de los que he perdido la cuenta.

4 de junio de 1784

Aún no he podido entrar en la choza desde el día anterior a la boda.
Como me hallo a poco metros de la puerta esperando el momento en el que pueda disfrutar de mi esposa, he podido comprobar que un tercer indígena ha llegado.
Le han acompañado niños indígenas de edades que pueden rondar desde los seis meses hasta los cuatro años aproximadamente.

3 de junio de 1784

Consultado Miércoles ha procedido a informarme de que entre las tribus caníbales que habitan esa isla no existe nada que se parezca remotamente al derecho de pernada.
No puede obviarse que Miércoles, aparte de ser un poco envidioso- no es el tipo mejor informado de esta isla.

2 de junio de 1784

Lo primero que supuse es que se trataba de un derecho de pernada o algo así.
Pensé: Son sus costumbres y hay que respetarlas.
Hoy, ha llegado otro caníbal -sospechosamente parecido al que vi retozando con ella mientra cagaba- y han vuelto a hacer la misma jugada. Sólo que todavía no han salido y los gemidos se oyen a tres playas.
Este segundo salvaje ¿será el vicepresidente o algo así?

1 de junio de 1784

Esto no está siendo como yo esperaba.
Nada más acabar la ceremonia. El caníbal gordo -que debe ser el jefe o algo así- se ha cogido a Bambata, la ha llevado a mi choza y no ha salido hasta bastante después del mediodía.
Se les oía gemir a dos playas de distancia. El resto de la tribu bailaba alrededor de la choza gritando oé oé oé y alrededor mío con los puños en la frente y el índice y el meñique extendidos.

31 de mayo de 1784

La boda está siendo la bomba.
Todos bailando alrededor de una hoguera, gritando y lanzándose lanzas ardiendo a los pies. Estos caníbales sí saben organizar una jarana.
El menú me ha decepcionado: Fruta y verdura.

30 de mayo de 1784

Hoy se ha presentado aquí media tribu.
Miércoles, con las manos en la cabeza, me ha explicado que quieren organizar la boda cuanto antes.

Gracias Señor. Ahora sé cuál fue la razón por la cual me abandonaste dos veces en esta isla asquerosa llena de caníbales y de cacas de loro.

29 de mayo de 1784

Desde ayer la actitud de Bambata hacia a mí ha cambiado como de la noche al día.
De repente es ella la que me ha venido a buscar y hasta me ha traído fruta.
Ya sabía yo que en su pecho indígena e infiel había algo que latía por mí.

28 de mayo de 1784

Hoy, por culpa de la marejada nos hemos visto obligados a cambiar el sentido de nuestro paseo. Lo cual hizo que llegásemos hasta mi choza.
Como ella no habla le he estado mostrando cosas del arcón.
Al ver los cachitos de espejo rotos se ha quedado ojiplática.

27 de mayo de 1784

Hoy, delante de mí, Miércoles le ha propuesto mis intenciones a Bambata.
No ha hecho ni el menor gesto positivo.

Creo que se sigue haciendo la interesante, pero en el fondo me ama.

26 de mayo de 1784

Le he pedido a Miércoles que le diga a Bambata que me quiero casar con ella.

Miércoles ha accedido a regañadientes.
(Le he tenido que amenazar con el mal de ojo del ojo azul... golpe bajo pero siempre funciona).

25 de mayo de 1784

Hoy le he declarado mi amor a Bambata.
Ella sigue haciéndose la dura. No me habla ni muestra ningún interés por mí.
Creo que es un claro síntoma de amor.

24 de mayo de 1784

Ya está todo resuelto. 
He tomado una decisión adulta.

A partir de hoy iré a cagar a otro sitio.

23 de mayo de 1784

He ido a la playa. Me he puesto a caminar con ella. Como siempre, yo soy el único que hablo. Le he pedido explicaciones sobre lo que había estado haciendo ayer.
Obviamente, como soy el único que hablo ella no me ha respondido.
He decidido olvidar el incidente y comenzar de nuevo.

22 de mayo de 1784

Hoy iré a hablar con ella para que me cuente lo sucedido.
Debe tratarse de un error.

21 de mayo de 1784

Estoy llorando en mi choza.
Todo se nubla a mi alrededor.
Bambata se fue con un...
¡Dios! ¿Qué estoy diciendo?

20 de mayo de 1784

Hoy, al adentrarme en la selva a causa de su imperiosa llamada, he visto a una caníbal retozando con un caníbal.
En un principio pensé que era Miércoles con una de sus bellezas oscuras. Pero más tarde pude advertir que ella era Bambata.
Mi corazón ha dejado de latir.

19 de mayo de 1784

Hoy, le he dicho a Bambata lo que siento por ella.
No ha puesto cara de enterarse, pero creo que en el fondo, su corazón traduce lo que siento.

18 de mayo de 1784

Miércoles lleva 24 horas haciendo gestos como si estuviese espantado.
Moviendo la cabeza de un lado a otro e interponíendose entre la puerta y yo.
No quiero pensar mal de él pero... ¿no estará teniendo un ataque de envidia?

17 de mayo de 1784

Hoy le he dicho a Miércoles que quiero a Bambata.
Ha abierto lo ojos más incluso que aquella vez en la que le estrellé un coco en la mitad de su anatomía.
Qué raro...

16 de mayo de 1784

Hoy he cogido de la mano a Bambata.
Me la ha soltado rápidamente.
Debe ser un gesto que no se estila entre las tribus caníbales.

15 de mayo de 1784

Morag, has sido mi amada durante muchos años.
Pero supongo que ya nunca te volveré a ver.
Adiós Morag. No te olvidaré aunque mi corazón tenga otra dueña.

14 de mayo de 1784

¿A quién quiero engañar?
Jamás saldré de esta isla.
Tengo que pensar en mí mismo. Tengo que empezar a vivir con lo que tengo.

13 de mayo de 1784

Se llama Bambata.
Y tiene unos ojos preciosos.

12 de mayo de 1784

Hoy, cuando Miércoles y su amiga se han adentrado en la selva buscando un poco de intimidad, la otra chica y yo nos hemos quedado solos.
No podemos hablar por diferencias idiomáticas evidentes pero me ha sonreído.
O, bueno, casi me ha sonreído.

11 de mayo de 1784

Hoy hemos vuelto a quedar con ellas para pasear.
Bueno, con ellas no. La de Miércoles es otra y yo diría que, como siempre, más guapa que la de ayer.

10 de mayo de 1784

Hoy, paseando con Miércoles, han aparecido dos chicas de su tribu.
La más alta y bella era una de las novias de mi compañero.
La otra no estaba mal.

9 de mayo de 1784

Aquí todo es muy solitario.
Cuando no tienes esperanza sólo te quedan las ilusiones.


Y vivir de ilusiones no es propio de una mente racional.

8 de mayo de 1784

La tapa del baúl ha vuelto a su sitio.
(Para una vez que tengo una afición en la que soy mejor que Miércoles...)

7 de mayo de 1784

¿A quién quiero engañar? Esta vida no es seria. ¿Qué pensaría mi madre si me viese?
¿De verdad alguien querría dedicarse a esto el resto de mi vida?


La vida de verdad es trabajar de sol a sol. Y si puede ser con un capitán explotador que grite, mucho mejor.
Lo que tenía antes de caer en esta maldita isla sí era una vida.

6 de mayo de 1784

Me paso el día de playa en playa. Sintiendo el sol el mar y el viento sobre mi cuerpo. Con la fiebre de buscar  mejores olas.

5 de mayo de 1784

Volvemos a la cabaña.
Creo que mi vida tiene un fin.
Olas, tapa, espuma...

4 de mayo de 1789

Gracias a mi compañero que me ha acompañado (él ha sido el que ha cargado con la tapa del arcón) he podido cabalgar sobre esa ola.
Desde ahora le llamaré El Gran Miércoles.

3 de mayo de 1789

Me he deslizado sobre lo que yo llamaría la ola perfecta.
¿Cómo describir la sensación?
Plenitud

2 de mayo de 1784

Estoy cruzando la isla entera. Ahora estoy en lo alto del risco.
En la zona sur he visto una rompiente con la mejor ola de derechas que he visto jamás.
Espero llegar mañana.

1 de mayo de 1784

Hoy he estado en el norte.
Necesito buscar más sitios para probar otras olas.

30 de abril de 1784

He estado en el rompiente del sudeste.
La olas eran tan grandes que había momentos en los que me envolvían.
Era como estar en un tubo de agua.

29 de abril de 1784

Creo que voy dominando el tema.
Lo malo es que de tanto darme el sol tengo la piel muy morena y el pelo se me ha quedado rubio rubio.
Mañana iré a otra playa de la isla donde el mar está más movido.

28 de abril de 1784

Para evitar ir hasta la orilla a buscar la tapa le he atado una cuerda y me la he unido a mi tobillo.
¡Menudo invento!

27 de abril de 1784

Definitivamente voy mejorando.
Me pongo completamente de pie y voy dirigiendo la tapa a donde yo quiero.

26 de abril de 1784

Me estoy perfeccionando.
Ya me pongo casi de pie en la tapa.

25 de abril de 1784

He cogido la tapa del arca de los libros.
Me he adentrado en el agua y he estado cogiendo las olas encima de ella.
Tumbado al modo pelícano.

24 de abril de 1784

He estado contemplando a los pelícanos.
Aprovechan el impulso de la olas y se dejan arrastrar por ellas hasta llegar casi a la orilla.

23 de abril de 1784

A ver este otro...

Recetas con canela en rama.

¡Mecachis!

22 de abril de 1784

A ver este otro...
Juegos de cartas Volumen II. (La brisca, el tute, el poker abierto...)

En el índice pone que el volumen I era de Solitarios.

Ni en esto tengo suerte

21 de abril de 1784

Entre los libros por mi hallados,
el mar ha tenido a bien
depositar en mis manos,
un maravilloso volumen
de poesía. Un tratado.

20 de abril de 1784


Esto de polinizar lo voy a dejar para las flores.
(Y para Miércoles ese sí que poliniza).

19 de abril de 1784

Mi sueño de crear una nueva especie de mejillón gigante han resultado un terrible fracaso.
Ahora Miércoles me mira mal, el loro me rehuye y tengo un enorme escozor al orinar.

18 de abril de 1784

Quiero un mejillón más grande, con más carne para comer y con la concha más dura para serrar y cavar.

17 de abril de 1784

He encontrado en el libro algo que me parece muy interesante.
Si polinizo una rosa de la variedad Glastonbury con una Golden Celebration obtendré una Oxford Galant.

16 de abril de 1784


Cuando llevaba varias horas intentando ajustar la marcha del reloj me he dado cuenta de una cosa.
No tengo patrón. No tengo mujer. No tengo responsabilidades.
¿Para qué diantres querría yo un reloj?
Espero que algún material me sirva para un alambique nuevo.

15 de abril de 1784

¿Es cosa mía o este reloj atrasa?

14 de abril de 1784

Ya está.
A partir de hoy sabré en qué hora vivo.

13 de abril de 1784

Decidido. Comenzaré a construir un reloj de sol.

12 de abril de 1784

En un arca he encontrado varios libros.
Algunos no se han echado a perder totalmente por el agua.
Hay uno que me parece muy interesante. Es un manual para construir cosas.

11 de abril de 1784

Como esta vez el naufragio ha sido real, la costa está llena de restos.
He empezado a recoger los que parecen más interesantes.

10 de abril de 1784

Obviamente el cadáver del timonel me lo he quedado yo.
Después de pasarme 14 horas arreándole con el tallo de la hoja de una palmera seca me he cansado.
Ahora cuelga de sus genitales boca abajo entre dos palmeras. Estoy esperando a los cuervos tropicales para ver cómo le sacan los ojos.

9 de abril de 1784

Miércoles llevó el mensaje a sus destinatarios.
El festín que se están dando los caníbales es de órdago.
Toda la isla huele a torreznos.

8 de abril de 1784

Cuando llevaba doce fosas con sus correspondientes cadáveres y la concha de mejillón ya no daba más de sí, me rendí y opté por una solución rápida.
Llamé a Miércoles y le di un mensaje.

7 de abril de 1784

Allá vamos.
Empieza la tarea de enterrar cadáveres.
¿De qué me suena esto?

6 de abril de 1784

Algo me olió mal al ver que Crosseye continuaba como timonel.
Esta vez nos hemos comido la escollera con toda la proa y, si me apuro, de amura a aleta y viceversa.
Milagrosamente, he conseguido llegar a la playa a salvo.

5 de abril de 1784

Embarcamos.
Adiós maldita isla. Espero que una ola gigante venga y te sepulte en lo más profundo de una fosa abisal.

4 de abril de 1784

Cuando acabaron de reírse se pusieron a buscarme pero no me encontraron.
Hace unos días, mientras navegaban por la zona, decidieron hacer acopio de agua en esta isla y de paso mirar si yo estaba por aquí.
Mañana partiremos. En cuanto recalemos en puerto me uniré a otra tripulación.

3 de abril de 1784

Al parecer, no hubo naufragio, todo se trató de una broma.
Yo estaba dormido y todos comenzaron a gritar: "¡Escollera! ¡Nos hundimos! ¡Sálvese quien pueda!" Mientras golpeaban cazos y toneles.
Yo salté por la primera escotilla que vi. Dicen que al grumete O'Hara se le estalló una tripa de la risa y estuvo a punto de morir.

2 de abril de 1784

Estoy de una mala leche tal que podría matar a toda la tripulación con los dientes 123 veces.
Es la Grimalda. Y nunca se hundió.
Normal, que no encontrase ni restos del naufragio, ni cadáveres.

1 de abril de 1784

No me lo puedo creer. No es un sueño. Es el Grimalda y acaba de fondear en una cala cercana. 

31 de marzo de 1784

Hoy, al atardecer, me he imaginado en el horizonte la silueta del Grimalda, el barco que me trajo hasta aquí.

30 de marzo de 1784

He adquirido dos conocimientos:
  1. No hacer más tonterías. Si quiero comida, me la buscaré yo. Si quiero un harem, me lo imaginaré yo
  2. En mi vocabulario hay nuevas palabras cuyo significado desconozco. Resolución, polígonos, píxeles por pulgada, renderizado, alta definición, 3D...

29 de marzo de 1784

Ayer sucedió algo rarísimo.
Todo se puso negro. Luego todo se rodeó de rayas horizontales y verticales. Después fueron apareciendo las siluetas de la isla. Luego las del mar. Luego las de las palmeras. El cielo. Y cada vez, cosas más pequeñas y aparecía el color. Aparecí de nuevo en la cabaña. 
Ahora parece que todo tiene más detalle y los movimientos son más fluidos.

XX-XX-XXXX

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27 de marzo de 1784

Llevo dos días aquí y el sonido y la situación me están volviendo loco.
No aguanto más.

26 de marzo de 1784

Ayer, aún en G-O-D-M-O-D-E, al cruzar entre una piedra y una hondonada en el límite de la isla, me he quedado atrapado. No puedo salir. He probado a saltar a dar patada, agacharme, echarme a tierra, pero todo es inútil.
Además hay un sonido ensordecedor. Como de golpes muy seguidos y muy agudos.

25 de marzo de 1784

He ido a la cabaña de una preciosa salvaje.
Me he dado cuenta que si atravieso palmeras, rocas y cabañas, también paso a través de las personas.

Mi proyecto de harem se va al mismo sitio al que se han ido todos los proyectos que he hecho en mi vida.

24 de marzo de 1784

He puesto G-O-D-M-O-D-E. Ahora puedo hacer de todo. Nunca tengo hambre ni me hago daño. Incluso puedo quedarme debajo del agua media hora como si nada.
Tengo una forma rara de andar. No muevo las piernas y lo atravieso todo.
Mañana, después de matar a todos los hombres de la tribu caníbal, me quedaré con las mujeres y montaré un harem. 

23 de marzo de 1784

Sigo descubriendo cosas.
Si escribo un pergamino con todas las letras y a continuación pulso O-B-E-L-I-X, aparece un jabalí guisado en la cabaña. Si aprieto B-I-G-C-A-S-T-A-W-A-Y. Me hago grande. Más aún que Miércoles. Si escribo A-Z-T-E-C-A, de repente llevo una camiseta que pone Mexico-86. Si pongo F-R-O-N-T-A-L-N-U-D-I-T-Y, todos en la isla vamos desnudos. Hasta el loro. 
Por cierto, si pongo M-O-N-T-Y-P-A-R-R-O-T, el loro se queda rígido y se cae a peso.

22 de marzo de 1784

Ayer, nadando cerca del islote, me di cuenta de que si lo rodeaba, me subía sobre él, saltaba dos veces y giraba sobre mí, sonaba el carillón. Pero no vi que pasase nada, así que lo repetí varias veces.
Cuando llegué a la cabaña estaba llena de comida. 

21 de marzo de 1784

Si voy hasta la tercera palmera, le doy 5 patadas y salto dos veces encima de un coco, del cielo cae una bolsa que tiene dibujada una ese mayúscula cruzada por dos líneas verticales. Al caer hace un ruido como de carillón.
Cosa más rara...

20 de marzo de 1784

Yo pensaba que el loro, al que había matado de un susto, estaba muerto, fallecido, tieso, panza arriba, difunto, expirado, fiambre, privado de vida, descansando en paz, criando malvas, fenecido, ya no existía, había palmado, había ido a encontrarse con su creador, la había espichado, se había producido su óbito, estaba con el telón bajado y en el coro invisible, era un ex-loro.
Pero al parecer estaba descansando o aturdido o cansado o hecho polvo o añorando los fiordos o durmiendo boca arriba o tenía morriña. 

19 de marzo de 1784

Me disponía a dar un golpe en la nuca con un palo a Miércoles, cuando el loro se ha levantado súbitamente.
Por fin sentí algo.
Un susto de muerte.

18 de marzo de 1784

Ayer maté al loro.
No sentí nada.
Voy a probar a matar a Miércoles.

17 de marzo de 1784

Voy a matar al loro.
Por diversión.

16 de marzo de 1784

Si todo es indiferente. Si Dios no existe o, al menos, no en esta isla.
¿Por qué no hacer el mal en vez del bien?

15 de marzo de 1784

Aunque me quejo mucho, a veces pienso que mi vida no es más inútil e innecesaria que la de cualquier otro.
Nacer o morir es indiferente.

14 de marzo de 1784

Ayer nos tocó enterrarla.
Como estaba en una posición tan retorcida nos costó cavar una fosa a la medida.

13 de marzo de 1784

Hoy, extrañamente, Miércoles estaba triste.
Me ha dicho que la salvaje se murió de risa ayer por la noche.
Encima me siento culpable.

12 de marzo de 1784

Ayer me acerqué hasta el otro lado de la playa.
No era mi imaginación. Allí estaba. Tirada en el suelo llorando de risa.
Hija de p

11 de marzo de 1784

Hace ya dos días y la sigo oyendo reír.
Supongo que será mi imaginación.

10 de marzo de 1784

La historia relatada es breve.
Miércoles me lleva ante la salvaje. (Impresionante mujer en mi opinión). Yo, para causar una buena impresión, inmediatamente me desprendí del taparrabos, emulando a Miércoles.
La Impresionante comenzó a reír como si acabase de inventar la carcajada. Salí corriendo y aún al otro lado de la playa, oía sus risotadas.

9 de marzo de 1784

Ayer he sentido la vergüenza más grande de mi vida.
Más aún que aquella vez en la que un salvaje de una isla perdida en medio del océano me pilló practicando el vicio solitario mientras él mantenía relaciones con una salvaje.

8 de marzo de 1784

Al parecer, los salvajes tienen una visión de la sexualidad muy diferente a la nuestra.
Según he creído entender, a Miércoles le parecen muy normales mis apetitos. Así que parece que hoy se ha citado con dos chicas y una va a ser mi -como decía el suboficial Bouvier- "partenaire".
Estoy exaltado. Creo que puedo ser feliz en esta isla. Voy a darme un baño.

7 de marzo de 1784

Después de diez días evitando a Miércoles, ayer cuando salí de la choza y me dirigía al baño, llegó de pronto, me tocó el hombro y cuando le miré, en su cara seguía dibujada su enorme sonrisa.
Yo esperaba que me partiese las piernas o arrancase dos partes de mí.

6 de marzo de 1784

Efectivamente. Nueve más uno son diez.
He perdido parte de la memoria pero el sentido matemático y el de la vergüenza conmigo siguen.
Intactos.

5 de marzo de 1784

Hoy hace nueve días que no salgo de la choza.

Mañana serán diez.

4 de marzo de 1784

Ni que decir tiene que ver a Miércoles en semejante estado hizo que mi bochorno y mi complejo se hiciesen aún mayores.
La solución tomada fue la misma por la que mi estirpe ha sido recordada durante siglos y siglos.
Salí corriendo.

3 de marzo de 1784

Cuando ya me encontraba fuera de mí y dentro de la casa de M. McDust, llegó mi humillación.
Las ramas súbitamente fueron apartadas ante mí. Y yo, en tan singular postura, me vi escrutado por los amenazantes ojos de Miércoles.

2 de marzo de 1784

Ni que decir tiene que la salvaje con la que se había dado cita mi compañero era otra y superaba en belleza a las dos anteriores.
El estado de mi ánimo era exaltado.
Y lo fue mucho más cuando comenzaron sus escarceos de salvajes.

1 de marzo de 1784

Paso a relatar el motivo de mi embarazo.
Buscando una vía de motivación a mi enjaulado deseo, decidí seguir a Miércoles.
Cuando hubimos llegado, me quedé a una distancia prudencial. En un lugar escondido.

Y con buena visión.

29 de febrero de 1784

Para colmo de mis males este año es bisiesto.
Por lo que mi vergüenza se extenderá veinticuatro horas más.

Padre, ¿por qué no me atizaste hasta matarme cuando les robé el cerdo a los McChopped?

28 de febrero de 1784

Asimismo, el alivio solitario, sin ningún tipo de ayuda visual es lento.
Hasta ahora, como herramienta, usaba mi memoria. Felices momentos pretéritos en la oscura casa de Madam McDust con sus joviales chicas.
Pero esos recuerdos son lejanos y mi memoria flaca.

27 de febrero de 1784

Lo primero que tengo que recordar es que soy un hombre joven. A ratos sano. Y tengo un tipo de necesidades que nadie en esta isla puede aliviar.
Excepto uno mismo.

26 de febrero de 1784

Ayer se produjo el momento más vergonzoso de mi vida.
Superando con mucho al día en que me defequé en la taberna presumiendo de hacer sentadillas delante de la linda hija de los McEllroy.

25 de febrero de 1784

Empiezo a pensar en la superioridad de unas etnias sobre otras.

La mía no sale bien parada.

24 de febrero de 1784

Es un poco vergonzoso de contar pero... ayer volví a seguir a Miércoles.
Descubrí que la salvaje con la que estaba esta vez era otra.
¡Y aún más guapa que la anterior!

23 de febrero de 1784

Si el otro día estaba sin palabras hoy no tengo ni respiración.

22 de febrero de 1784

Juntando las imágenes de un mascarón de proa y el color de la novia de Miércoles he encontrado una definición perfecta.
Diosa de ébano.
Lástima que esa expresión morirá conmigo en esta isla y nunca más será usada. 

21 de febrero de 1784

He visto mascarones de proa menos prietos que la salvaje de Miércoles.

20 de febrero de 1784

Sigo sin dar crédito.
Además, la salvaje no era lo que yo llamaría fea precisamente.

19 de febrero de 1784

Ayer le seguí en silencio. Se metió en la selva en una zona apartada. Supuse que iba a hacer sus necesidades.
Sí. Sus necesidades...
Cuando me acerqué a mirar estaba revolcándose en el suelo con una salvaje.

18 de febrero de 1784

Lo que he visto hoy me ha dejado de piedra.
No me llega la tinta al papel.

17 de febrero de 1784

Como yo solía dormir, nunca me había fijado. Pero se va todos los días.
Mañana le seguiré.

16 de febrero de 1784

No hago más que observarlo.
A la hora en la que yo echo la siesta él se va silbando y luego vuelve con una sonrisa y se pone a dormir durante dos horas.

15 de febrero de 1784

Definitivamente la envidia ha vencido

14 de febrero de 1784

Creo que la parte de envidia está venciendo

13 de febrero 1784

Vivo entre la admiración más exaltada y la envidia más profunda.
Y no sé cómo gestionarlo.

12 de febrero de 1784

No sé por qué extraña razón hoy me ha apetecido regalarle un flor y un manuscrito a Miércoles

11 de febrero de 1784

Ha crecido en mí un terrible complejo.
Como de ser humano inferior o algo así.
Ni lo de mi paisano John Long es comparable.

10 de febrero de 1784

Hoy, aprovechando que Miércoles estaba orinando, me puse junto a él y miré de soslayo.
¡Dios!

9 de febrero de 1784

Lo tercero que percibí es que cuando Miércoles se quitó el taparrabos y resbalaba sobre sus rodillas con los brazos en cruz, dejó marcado un tercer surco entre sus piernas.
Es algo que tengo que estudiar.

8 de febrero de 1784

El segundo curioso efecto que noté. Es que nada más ponernos a jugar, a los bordes del campo, comenzaron a congregarse todo tipo de animales. Conejos, loros, aves exóticas, roedores, serpientes...
En un momento dado, la mitad de estos parecían apoyar a Miércoles y la otra mitad a mí. Ya que unos se ponían a dar saltos si Miércoles conseguía un tanto y los otros parecían llamarme inútil.
Al final se acabaron peleando unos con otros. Creo que incluso hubo muertos.

7 de febrero de 1784

En otra ocasión se puso de espaldas antes mí y, cambiando la dirección de la bola con el tacón, metió la bola entre las palmeras. Gritó "didí". (Engaño, en su idioma).
La última -tras la que me negué a seguir jugando- fue bochornosa para mí. Sin que la bola se separase de su pie más de un palmo, a una velocidad endiablada me regateó ocho veces. Ni siquiera sé lo que hizo.
Cuando la metió entre las palmeras, se subió el taparrabos a la cara, se lanzó de rodillas al suelo, abrió los brazos en cruz y gritó "mesi". (Que en su idioma es "madre mía lo que acabo de hacer").

6 de febrero de 1784

Otra vez, para evitarme, pisó la bola con el pie derecho dándome la espalda. Inmediatamente la pisó con el izquierdo desplazándola hacía mi izquierda y girando sobre sí mismo, dejándome con un palmo de narices. Gritó "sidán". Que es como llaman aquí a los ciclones.

5 de febrero de 1784

Cuando me acercaba a él para llevarme la bola, a veces se quedaba completamente parado para luego esquivarme a gran velocidad llevándosela. Cada vez que hacía esto decía "kruif" (que me voy, en salvaje).
Otra vez, amagándome por la izquierda, dejó pasar la bola por mi derecha. A continuación corrió hacía la bola cuando ambos me había superado y disparó desde allí. Esa fue la única vez que falló. Gritó "pelé" (fallé, en su idioma).

4 de febrero de 1784

Miércoles se ha acercado hoy con su sonrisa estúpida y con la bola en la mano.
Le he dicho que hoy no habrá "futegol", como él lo llama. (Fute de hojas de palmera y gol por la zona de la selva).
He notado, sin embargo, que durante nuestros encuentros se han producido interesantes acontecimientos que relataré cuando se me pase el cabreo.

3 de febrero de 1784

Lo que sucedió ayer ha sido vergonzoso para la historia de Escocia.
Ese salvaje, en poco más de media hora, ha introducido la bola 36 veces entre mis palmeras.
Yo no he sido capaz ni de acercarme a las suyas.

2 de febrero de 1784

Harto de ver cómo me gana irremediablemente. He decidido que hoy jugaremos uno contra otro.
El tendrá sus propias palmeras y yo las mías.
Sin tocar la bola con las manos, ganará el que consiga meterla más veces entre las palmeras del otro.

1 de febrero de 1784

Ayer pensé que era la suerte del principiante.
Hoy ha lanzado la bola dándole un sorprendente efecto. Al principio va hacia un lado y, rotando sobre sí misma, cambia progresivamente de dirección.
Cada vez que pasa entre las dos palmeras, la bola cae sobre una zona de hierbas a la que los salvajes llaman algo así como "gol". Y eso es lo que grita con sonriente cada vez que lo consigue.

31 de enero de 1784

Estoy muy enfadado.
Cuando Miércoles ha entendido lo que tenía que hacer, lo ha ejecutado perfectamente.
Al final lo hacía con el tacón, apoyando el pie con el que debía disparar y disparando con el otro o incluso mirando de costado.
También ha inventado una especie de parada antes de lanzar la bola. No ha fallado ni una sola.

30 de enero de 1784

Creo que hoy, para que el juego resulte menos monótono, voy a enseñar a Miércoles a disparar.
Organizaremos una competición.
El que más veces la meta entre las palmeras, gana.

29 de enero de 1784

He estado practicando con el pie izquierdo.
Al principio, como Miércoles me devolvía la bola ha sido divertido.
Luego me he cansado de tanta patada.

28 de enero de 1784

Creo que volveré a dar patadas a las hojas atadas en forma de coco.
Me llevaré a Miércoles para no tener que ir a por la bola cada vez que la mando entre las dos palmeras.

27 de enero de 1784

He vuelto a andar.
Cuando le he preguntado por señas a Miércoles de dónde ha sacado el componente secreto de los parches que me ha venido aplicando me ha señalado el culo del loro.
Me quiero morir.

26 de enero de 1784

Mañana creo que podré andar de nuevo.
Le he preguntado a Miércoles los ingredientes del emplasto.
Ha sonreído. Mañana me lo enseñará. Creo que se tratará de alguna hierba o seta extraña.

25 de enero de 1784

Sigo mejorando.
Ahora que estoy francamente bien, no hago más que intentar averiguar los componentes de los emplastos.
Está claro que la primera capa es de hojas de palmera secas. La segunda son pieles de plátano en cachitos.
Pero, ¿la pasta verde y blanca del fondo? Está como calentita...

24 de enero de 1784

Pues esto parece que está mejorando mucho.
Ya puedo mover el tobillo.
Los emplastos que pone Miércoles son una maravilla. ¿Con qué los hará?

23 de enero de 1784

He vuelto en mí.
Maldita sea. ¿No podría haber vuelto en otro que viviese en Edimburgo?

22 de enero de 1784

Otras 24 horas más de desmayo.
Dios y mi madre han discutido.
Dios se ha ido pero ha puesto un demanda por la custodia del loro.

21 de enero de 1784

Llevo desmayado las 24 últimas horas. Escribo esto desde una nube.
Están Dios y mi madre.
El loro ha ido a por tabaco.

20 de enero de 1784

Llevaba los últimos 3 días en un estado de desmayo-despertar continuo.
Hasta que hace un rato, Miércoles, aguantando mi tibia con una mano y tirando de mi tobillo con la otra, me lo ha enderezado.
He visto a mi madre. Al loro. A Dios. A mi madre vestida de loro con Dios posado en su hombro. A Dios con mi madre en la posada El Loro. Y al loro posando para mi madre con Dios de fondo.

19 de enero de 1784

Entre la fiebre no deja de aparecer en mi mente una palabra. GANGRENA
Pero no recuerdo su significado.
¿Dónde la habré oído antes?

18 de enero de 1784

Me duele tanto que me aprieto los testículos con todas mis fuerzas para aderezar el sufrimiento.
Ni se percibe el aliño.

17 de enero de 1784

Hay cocos maduros en esta isla más pequeños que el tamaño que tiene mi tobillo ahora mismo.
Probando mi idea, en el primer salto, noté que algo se doblaba. Luego algo que crujía. Luego algo que seguía doblándose y crujiendo. Al mirar abajo vi la planta de mi pie mirándome a mí.
Miércoles me encontró varias horas después. Inconsciente, con la cara blanca y desde la rodilla hasta hasta el dedo meñique, color morado oscuro.

16 de enero de 1784

En mi opinión mi técnica de talonamiento no es la adecuada. Hoy probaré otro estilo.

15 de enero de 1784

Tras mi primera experiencia con el salto de longitud, cualquiera podría opinar que he nacido para esto.

Mentiría o es tonto directamente.