17 de enero de 1784

Hay cocos maduros en esta isla más pequeños que el tamaño que tiene mi tobillo ahora mismo.
Probando mi idea, en el primer salto, noté que algo se doblaba. Luego algo que crujía. Luego algo que seguía doblándose y crujiendo. Al mirar abajo vi la planta de mi pie mirándome a mí.
Miércoles me encontró varias horas después. Inconsciente, con la cara blanca y desde la rodilla hasta hasta el dedo meñique, color morado oscuro.

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