6 de febrero de 1784

Otra vez, para evitarme, pisó la bola con el pie derecho dándome la espalda. Inmediatamente la pisó con el izquierdo desplazándola hacía mi izquierda y girando sobre sí mismo, dejándome con un palmo de narices. Gritó "sidán". Que es como llaman aquí a los ciclones.

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