8 de febrero de 1784

El segundo curioso efecto que noté. Es que nada más ponernos a jugar, a los bordes del campo, comenzaron a congregarse todo tipo de animales. Conejos, loros, aves exóticas, roedores, serpientes...
En un momento dado, la mitad de estos parecían apoyar a Miércoles y la otra mitad a mí. Ya que unos se ponían a dar saltos si Miércoles conseguía un tanto y los otros parecían llamarme inútil.
Al final se acabaron peleando unos con otros. Creo que incluso hubo muertos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario