Cuando ya me encontraba fuera de mí y dentro de la casa de M. McDust, llegó mi humillación.
Las ramas súbitamente fueron apartadas ante mí. Y yo, en tan singular postura, me vi escrutado por los amenazantes ojos de Miércoles.
Las ramas súbitamente fueron apartadas ante mí. Y yo, en tan singular postura, me vi escrutado por los amenazantes ojos de Miércoles.
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