7 de agosto de 1784

Como ni por la fuerza de la corriente ni por la dirección del viento era normal que navegasen tan despacio, debía haber una explicación.
Resulta que tenían el ancla echada.
De hecho no creo que se diesen cuenta ni de que existía semejante artilugio. He cortado la cuerda y han salido tirando millas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario