18 de agosto de 1783

Ya está, he trazado un plan perfecto. Lanzaré una certera pedrada a la cabeza del chamán, el revuelo dejará sólo al cocinero en la olla, al que derribaré y ataré hábil y rápidamente con una liana. Utilizaré su cuchillo para cortar la cuerda de la que cuelga el tonto y me lo llevaré al hombro ladera abajo.

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