22 de octubre de 1783

Al aburrimiento se suma hoy la cagalera (lo del vientre flojo siempre me pareció un eufemismo que en esta isla no salva la dignidad de nadie). La gran cantidad de cocos necesarios para destilar el licor nos obligan a comerlos antes de que se pudran y su olor llame a nuestra playa a bichos de todo pelaje.

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