8 de noviembre de 1783

El cocido de langosta que preparó ayer Miércoles me sacó de mi hamaca y de mi marasmo. No por bueno, sino por malo. Tuve que hacerme cargo yo de la comida para no morir de una indigestión. Ya le dije que tiene suerte de no ser cristiano, porque se habría ganado directamente el infierno con semejante guiso.

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